Bragança es una pequeña ciudad portuguesa que tiene mucho que ofrecer al visitante. Se encuentra en el extremo noreste de Portugal (en la región de Trás-os-Montes), muy próxima a la frontera española (a solo 19 km de España y a 41 km de Alcañices y Puebla de Sanabria) y en las inmediaciones del Parque Natural de Montesinho, espacio natural del que después hablaremos más detenidamente.

Bragança es también la cabecera de un amplio municipio o concelho y la capital del distrito que lleva su nombre (los distritos portugueses son algo similar a nuestras provincias, aunque con menos peso administrativo). En las siguientes líneas analizaremos qué ver en Bragança, o Braganza, como solemos decir los españoles, y te recordamos que desde Naturaliste ofrecemos visitas guiadas a la ciudad y tours por el parque natural de Montesinho.

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Castillo de Bragança

Seguramente el recurso turístico más conocido de la ciudad es su castillo, bien protegido por las murallas que circunvalan la ciudadela. Fue construido a finales del siglo XIII y remodelado en el XV. En su interior, además de acceder al propio edificio histórico, también podemos visitar el Museo Militar de Bragança. De la construcción destacan la Torre del Homenaje, una de las más imponentes de Portugal, y la Torre de la Princesa, donde cuenta la leyenda que en su momento encerraron a una princesa cristiana para evitar que se casase con un musulmán (dicen otras versiones que el encierro fue voluntario y que su amado era un caballero pobre que fue a la guerra y nunca regresó).

Muy cerca del castillo, en la parte más alta de la ciudad, se halla la Domus Municipalis, un pequeño pero interesante edificio histórico que se cree que fue levantado en el siglo XV. Destaca por ser una de las pocas construcciones de arte románico no religioso que se conservan en la Península. Dado que contiene una cisterna, se piensa que su función original era precisamente la de recoger y almacenar el agua de la lluvia, aunque más tarde, ya en el siglo XVI, fue utilizado para celebrar las reuniones del ayuntamiento.

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Visita guiada en la Domus Municipalis

También muy próxima al castillo se encuentra la iglesia de Santa María, que combina elementos románicos, barrocos y renacentistas. Destacan las columnas de ladrillo, de estilo mudéjar, el fresco que observamos en el techo y la imagen de Santa María Magdalena que se encuentra en su altar mayor.

Sin salir del casco histórico nos encontramos con un pelourinho o picota, en este caso muy llamativo, por estar incrustada su base en una escultura zoomorfa de origen prerromano que parece imitar a un cerdo.

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Pelourinho de Bragança (foto de António Sá, Câmara de Bragança)

Justo enfrente del pelourinho encontramos el Museu Ibérico da Máscara e do Traje. Está dedicado a los rituales de invierno (también llamados obisparras o mascaradas), celebraciones que tienen lugar en distintas poblaciones de ambos lados de la frontera (de ahí lo de ibérico) y cuyo origen se cree que es antiquísimo. Aparte del enorme interés antropológico de estas manifestaciones culturales, la visita es recomendable ya solo por la vistosidad de los trajes.

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De visita en el Museu do Traje

Bragança, a falta de una, cuenta con dos catedrales, aunque ninguna de ellas es especialmente antigua, ya que la ciudad pertenecía primeramente a la diócesis de Miranda do Douro. La Sé Velha data del siglo XVI y se encuentra en el centro de la ciudad. En realidad en origen era un convento y solo cuando la sede de la diócesis pasa de Miranda a Bragança (en el siglo XVIII) comienza a ejercer funciones de catedral. Frente a ella, en la Praça da Sé, veremos un precioso crucero de piedra, mientras que detrás de la catedral, casi escondida, se encuentra la amplia Praça de Camões, donde se celebran diversas ferias y eventos.

Por su parte, la Sé Nova es una construcción muy reciente, pues se inauguró en 2001. Se trata de un edificio de estilo contemporáneo diseñado por el arquitecto Vassalo Rosa que se ubica en la parte moderna de Bragança.

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Praça da Sé Velha (foto: António Sá, Câmara de Bragança).

Pero si por algo destaca Bragança es por el gran número de museos y centros de visitantes con los que cuenta esta pequeña ciudad, la mayoría además concentrados en una sola calle (la Rua Abílio Beça, que ya empieza a conocerse popularmente como Rua dos Museus).

El más antiguo de todos, y también uno de los más visitados, es el Museu Abade de Baçal, ubicado en el antiguo palacio episcopal. Se trata de un museo de arqueología y bellas artes, un concepto similar a los museos provinciales que tenemos a este lado de la frontera. El Abade de Baçal, la persona que le da nombre, además de ser su primer director fue un erudito local con una personalidad muy interesante que estudió y puso en valor prácticamente todo el patrimonio de la región. Recomendamos encarecidamente la visita, si es posible guiada, a este museo.

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Visita guiada al Museu Abade de Baçal

Otro de los espacios visitables que encontramos en Bragança, solo a unos pasos del anterior, es el Centro de Arte Contemporânea Graça Morais, en el que vamos a poder disfrutar de distintas colecciones temporales de pintura, fotografía, escultura, etc. de artistas portugueses y de otras nacionalidades, y en especial de la autora local que da nombre a este espacio: Graça Morais. Los amantes del arte no se lo pueden perder.

Muy cerca se encuentra el Centro de Fotografía Georges Dussaud, situado en el edificio Paulo Quintela. Este centro incluye una colección de 148 fotografías en blanco y negro tomadas en la región de Trás-os-Montes por el fotógrafo que da nombre al centro.

 

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Centro de Fotografia Georges Dussaud

Sin salir de esta calle podemos visitar el Centro de Interpretação da Cultura Sefardita, la última incorporación a este plantel de equipamientos culturales. En este caso nos habla de la presencia judía en Bragança y en todo el noreste trasmontano. Este centro se complementa con el Memorial e Centro de Documentação Bragança Sefardita, que incluye la reproducción de una sinagoga.

Fuera de esta calle encontramos también otros espacios para visitar. Por ejemplo, junto al río Fervença, allí donde se ubicaba una minicentral hidroeléctrica se ha construido el Centro Ciência Viva, que forma parte de una red nacional de espacios dedicados a la divulgación de la ciencia, sobre todo entre la gente joven. Son centros temáticos dedicados a la geología, la astronomía, etc. En particular, éste se centra en la energía, aunque también aborda otros asuntos. Recomendable sobre todo si se va con niños.

Cerca de él encontramos la Casa da Seda, un centro de interpretación dedicado a la industria de la seda, pues en los siglos XVII y XVIII Bragança era uno de los mayores centros de producción de esta fibra natural de todo Portugal. Una visita llena de curiosidades, también especialmente recomendable si se viaja en familia.

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Casa da Seda (foto: palmilheiro.blogspot.com)

En la ciudad hay otros puntos de interés menos conocidos, como el local donde se encontraba el horno comunitario (éste ya no se conserva); dicen que fue el mayor de todo Portugal, ya que parece ser que permitía hacer hasta 96 panes, muy cerca del cual podemos encontrar un viejo puente de piedra sobre el río Fervença.

Este pequeño río atraviesa Bragança de punta a punta aunque, en realidad, la parte antigua de la ciudad se encuentra toda en su margen izquierda, ya que el asentamiento medieval se situaba justo donde el río comienza a encajarse, porque utilizaba el desnivel de sus laderas como elemento defensivo. El río es en sí mismo otro elemento de interés, pues existe una ruta que nos invita a conocer su ribera (el llamado corredor verde do Fervença, con pasarelas, jardines, parques, zonas de ocio) que hace años fue objeto de un acertado proyecto de restauración ambiental e integración en la ciudad.

Ya en la parte moderna de Bragança, en el lugar que ocupaba un antiguo molino de agua tradicional (imposible de reconstruir por su avanzado estado de ruina), se levantó una reproducción del mismo con paneles que explican su funcionamiento, aunque lo cierto es que solemos encontrarlo cerrado casi siempre. Se puede apreciar otro molino, éste “de verdad”, junto a la ya mencionada Casa da Seda, centro que por cierto se levantó donde también había otro molino.

Cambiando de tercio, en uno de los puntos más elevados de la ciudad, ya a las afueras (en el Cabeço de São Bartolomeu), se encuentra el santuario de São Bartolomeu y junto a él un mirador que ofrece una visión deslumbrante de la ciudad y del castillo. Las vistas de las montañas españolas y portuguesas que se obtienen desde éste y otros puntos elevados de la ciudad son espectaculares. De hecho, la carretera que conduce al santuario dispone de otros miradores y se denomina precisamente Estrada do Turismo.

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El castillo desde la Estrada de Turismo

La cultura popular es uno de los mayores atractivos de la región de Trás-os-Montes y en particular de Bragança y todo el nordeste trasmontano, como ya vimos al hablar de Miranda do Douro; dentro de ella hay que destacar las mascaradas, ya citadas al hablar del Museu do Traje, que podemos ver desfilar en el Carnaval dos Caretos, donde también se realiza la espectacular queima do diabo.

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El diablo que se quema en el Carnaval dos caretos

Como ya hemos hecho para otras localidades portuguesas, recomendamos encarecidamente asistir a cualquiera de los eventos que tienen lugar en la ciudad a lo largo del año. Entre ellos hay varias ferias interesantes, como la del butelo (botillo) y las casulas (vainas secas de las judías), que tiene lugar por carnaval, la de la caza, la pesca y la castaña, que se celebra a principios de noviembre, o la tradicional feria de las cantarinhas, a principios de mayo.

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Cartel de la feria de las Cantarinhas

También tiene gran aceptación entre los españoles la pista de patinaje que se coloca en Navidad y, especialmente, la espectacular Fiesta de la Historia (denominado más bien «mercado medieval de Braganza» por los españoles) que se celebra todos los años a mediados de agosto.

Los aficionados a la arquitectura, el arte y la historia pueden disfrutar también de otros edificios emblemáticos de la ciudad, como la Casa del Arco, el Club de Bragança, el convento de San Francisco, la Casa dos Calaínhos, las iglesias de la Misericordia y de San Vicente, el teatro municipal o la Casa dos Morgados.

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Interior de la iglesia de la Misericordia

Una buena opción para conocer la ciudad es partir desde la Praça da Sé hacia el castillo por la Rua Abílio Beça y retornar por la Rua dos Combatentes da Grande Guerra, donde se encuentra la iglesia de San Vicente, o viceversa.

Bragança además dispone de todos los servicios que el visitante pueda necesitar, así como de múltiples posibilidades de alojamiento: hoteles, hostales, un «parador» (la pousada) y múltiples casas rurales en sus alrededores. Incluimos un listado de recomendaciones al final de este artículo.

 

Qué ver en los alrededores de Bragança

Muy cerca de la ciudad hay dos reclamos turísticos del máximo interés. Uno de ellos es el embalse de Azibo, paisaje protegido y lugar ideal para bañarse o practicar deportes náuticos, del que hablaremos más en profundidad en la entrada que le vamos a dedicar al municipio de Macedo de Cavaleiros, en el cual se encuentra. El otro es el Parque Natural de Montesinho, que comienza a 3 km de la ciudad. Se trata de un espacio protegido de montaña en el que no puedes dejar de visitar algunas de sus bellas aldeas de casas tradicionales, como Montesinho, Moimenta, Guadramil o Rio de Onor, ésta última elegida una de las 7 maravillas de Portugal. El parque cuenta con 75.000 hectáreas de una gran biodiversidad, destacando la presencia del lobo ibérico, que puede ser observado en una actividad de ecoturismo. Los pescadores también pueden disfrutar de su afición en los diferentes ríos trucheros que atraviesan, la mayoría de ellos de norte a sur, este parque natural.

 

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Panel informativo del Parque Natural de Montesinho

A 6 km de la ciudad se encuentra Gimonde, localidad conocida por su apreciado pan, así como por su puente medieval, pero sobre todo está muy concurrida los fines de semana por cientos de turistas que hasta ella llegan atraídos por la deliciosa gastronomía que ofrecen sus restaurantes.

También en las proximidades de Bragança se encuentra otro espacio natural muy interesante: la Sierra de Nogueira, donde existe uno de los mayores robledales de Europa. Se trata de un espacio ideal para la práctica de senderismo o de bicicleta de montaña, para lo cual existen varias rutas señalizadas.

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Robledales de la Sierra de Nogueira

En la cima de la sierra existe una ermita, que cuenta la leyenda fue construida por mandato de la Virgen, tras aparecerse a una joven pastora muda, que por milagro consiguió hablar. Allí se celebra todos los años romería, del 30 de agosto al 8 de septiembre.

A solo 3 km de Bragança encontramos la localidad de Castro de Avelãs donde se puede visitar lo que se conserva de su antiguo monasterio benedictino, en particular tres ábsides semicirculares de estilo románico mudéjar. Se trata de la única construcción de este tipo, levantada con ladrillo, de todo Portugal. El antiguo convento tuvo una gran importancia histórica (desde el siglo XII hasta el XVI, en el que se abandona) ya que participó activamente en la repoblación de toda la región y atendió a los peregrinos que se dirigían a Compostela.

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Monasterio de Castro de Avelãs

Una bellísima localidad del municipio de Bragança, aunque injustamente poco conocida, es Outeiro, donde se pueden visitar los restos de su antiguo castillo y, sobre todo, admirar la belleza de la Basílica del Santo Cristo, obra que no desmerece en nada a las tres catedrales con las que cuenta la diócesis de Bragança-Miranda.

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Basilica del Cristo del Outeiro

Otro lugar muy interesante es el principal río del municipio: el río Sabor, que nace en España (en la comarca de Sanabria), aunque la mayor parte de su curso discurre por terreno portugués. Este río sirvió en la antigüedad de límite entre astures (zoelas) y galaicos, los dos pueblos prerromanos que habitaban en este territorio. El Sabor y su principal afluente, el Manzanas o Maçãs, son espacios protegidos que forman parte de la Red Natura 2000. En torno a estos ríos se pueden realizar diversas actividades de aventura, entre ellas rafting y kayak.

Finalmente comentar que el último domingo de mayo se celebra cerca de la localidad de Quintanilha (población muy interesante, por cierto) la romería o fiesta de la Senhora da Ribeira, la popularmente conocida del lado español como Ribiriña o Riberiña. Se trata de un evento internacional, no solo por celebrarse muy cerca de la misma frontera sino también porque a la celebración acuden año tras año cientos de españoles. Junto al acto religioso se disponen multitud de puestos en los que adquirir diversos productos, en especial productos de temporada, como a esa altura suelen ser las cerezas.

 

Cómo llegar a Bragança

Como siempre ocurre, llegaremos a Bragança por una carretera u otra en función del punto de partida, por lo menos cuando nos desplazamos en coche (hay que recordar que Bragança cuenta con un pequeño aeropuerto que nos permite llegar en avión, sobre todo desde distintos puntos de Portugal).

Si nos encontramos en Portugal, el acceso principal es la A4 que viene de Oporto (si estamos en Miranda do Douro recomendamos enlazar con la nacional 122 de España), mientras que cuando partimos desde España lo más habitual es llegar a Zamora y tomar la carretera nacional 122. Sin embargo, hay excepciones. Por ejemplo, desde Galicia no es preciso alcanzar Zamora, ya que desde Puebla de Sanabria salen dos carreteras que se dirigen a Bragança (nosotros recomendamos la que pasa por Rio de Onor, para visitar esa localidad y porque también pasa muy cerca del Centro del Lobo). Incluso antes de llegar a Puebla tenemos un par de atajos. Son carreteras de montaña para ir despacio y disfrutar del paisaje, como la que pasa por A Mezquita (Ourense) o por Hermisende (Zamora).

También, si se viene desde el norte (por ejemplo desde León o Asturias), al llegar a Benavente hay una alternativa más corta y rápida que pasar por Zamora: tomar la autovía de las Rías Baixas (dirección Puebla de Sanabria) y salirse de ellas para tomar la nacional 631 que abandonamos enseguida para enlazar con la ZA-912 que pasa por Villardeciervos y nos deja en Alcañices, donde simplemente giramos a la derecha para tomar la nacional 122.

Alojamientos que te ofrecemos en Bragança y alrededores:

Hotel Estalagem (Bragança)

Hotel Baixa (Bragança)

Apartamento Baixa (Bragança)

Bungalows de lujo. Quinta da Carvalhinha (Bragança)

Bungalows. Quinta da Boa Ventura (Bragança)

Bed and Breakfast. Quinta da Boa Ventura (Bragança)

Casa Rural Quinta de Santo António (Alfaião)

Camping Cepo Verde (Gondesende)

Cabañas Cepo Verde (Gondesende)

Microcabañas rotativas Cepo Verde (Gondesende)

Casa Rural Casa da Bica (Gondesende)

Casa Rural Moinho do Caniço (Ponte de Castrelos)

 

La Faia da Água Alta es todo un monumento natural. Se trata de una caída de agua o cascada de más de 40 metros de altura. Esta catarata se encuentra en el Parque Natural do Douro Internacional, en territorio portugués (dentro del municipio de Mogadouro) pero muy cerca de la frontera y de las provincias de Zamora y Salamanca. Está en la parte portuguesa del parque natural de Arribes del Duero, una zona que conocemos bien ya que se la hemos enseñado a multitud de grupos en los últimos años en nuestros tours guiados por Arribes del Duero.

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Sin embargo, no se trata de un lugar especialmente conocido, de hecho mucha gente de la zona no sabe que la cascada más alta de todo Portugal continental se encuentra a menos de una hora y media de las ciudades de Salamanca y Zamora, y muy cerca de algunos de los lugares más visitados de Arribes del Duero, como es el caso de Fermoselle o Miranda do Douro, éste último ya en la parte de Portugal (en el citado Douro Internacional).

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A este desconocimiento ha contribuido que otra cascada mucho más popular la ha eclipsado: el Pozo de los Humos, situado justo al otro lado del río Duero, a unos 15 km en línea recta, aunque por carretera la distancia es mucho mayor. Sabiendo que las comparaciones son odiosas, en este caso hay que decir que, pese a que la altura de ambas cataratas es semejante, el caudal del arroyo que forma la Faia da Água Alta es mucho más estacional que el río Uces, lo que nos obliga a visitarla en momentos en los que ha habido abundantes lluvias. Depende del año, naturalmente, pero lo normal es que tenga agua suficiente a finales del invierno y comienzos de primavera (meses de marzo y abril, sobre todo).

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Para llegar a la cascada hay que tomar un camino que parte de Lamoso, la pequeña localidad en cuyo término se encuentra la Faia da Água Alta y que también da nombre al curso de agua que la alimenta: la Ribeira de Lamoso, un arroyo con el que nos vamos a encontrar en nuestro recorrido hacia la cascada, de unos 2 km de distancia, y que más abajo de la catarata, tras unirse a otros arroyos, acabará desembocando en el río Duero. Hay que decir que existe una ruta señalizada diferente a la que vamos a describir aquí, más larga (de 8,6 km) y circular, que lleva a la cascada desde Bemposta (más información aquí) y que incluye en su recorrido otros recursos de interés.

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El camino, debidamente señalizado, parte de la carretera que sale hacia Tó, a las afueras de Lamoso y a mano izquierda, después de atravesarlo si venimos de Bemposta, o bien justo antes de entrar en él y a mano derecha si accedemos desde Mogadouro.

Faia da Agua Alta

Faia da Agua Alta

El camino se encuentra en buen estado pero no es demasiado apto para un turismo, así que lo más recomendable es hacerlo a pie. Advertiremos que hemos llegado a la cascada, además de por el sonido del agua al caer, porque alcanzamos un pequeño aparcamiento que cuenta con un refugio y un panel informativo que nos recuerda que estamos ante uno de los monumentos naturales más importantes de este parque natural, ubicado en los confines del norte de Portugal. El paisaje aquí, más allá de la caída de agua, es espectacular. La vegetación predominante es típicamente mediterránea (olivos, jaras, almendros, tomillos…), como no podía ser de otro modo.

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La infraestructura que se ha construido en torno a la cascada nos va a permitir hacer un recorrido circular alrededor de ella. Se han instalado varios puentes y pasarelas, y se han delimitado unos senderos para poder apreciar la catarata desde distintas perspectivas, aunque desde algunos puntos parte de la caída de agua no se ve apenas debido a la vegetación, que en este rincón tan húmedo ha prosperado con mucho vigor.

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Finalmente comentar que en nuestras visitas hemos visto cómo algunas personas se han aventurado a introducirse bajo la cascada, saliéndose para ello del itinerario marcado. Esto resulta enormemente peligroso, sobre todo en los meses en que la cascada tiene más fuerza, pues el suelo se encuentra muy húmedo y resbaladizo, especialmente las rocas. Este lugar merece ser visitado, pero no vale la pena arriesgar la vida, ya que, como se ha dicho, se han habilitado estructuras que permiten disfrutar de la cascada sin ningún riesgo, aunque en tiempo húmedo conviene extremar las precauciones aún cuando no nos salgamos del recorrido establecido.