Arribes del Duero es ese parque natural que compartimos zamoranos, salmantinos y portugueses, aunque del otro lado de la frontera recibe una denominación distinta (parque natural do Douro Internacional). Uno de los mayores atractivos de las Arribes del Duero es, naturalmente, su espectacular paisaje, que nos muestra un río Duero fluyendo entre profundos cañones. Estas atalayas también nos permiten ver esas grandes aves que habitan en este espacio natural. Por todo ello la zona cuenta con numerosos miradores. Y por eso mismo hay algunos que, si visitas el parque, no te puedes perder. Pero no siempre resulta fácil escoger cuáles son los más interesantes. Pues bien, vamos a ofrecerte unas pautas y unas recomendaciones, en función de tu disponibilidad de tiempo y del lugar en el que te alojes, ya que el parque natural es muy grande y a veces las distancias (en kilómetros y sobre todo en tiempo) son considerables.
Nosotros conocemos bastante bien esta zona pues se la hemos enseñado a muchos grupos en los últimos años en nuestros tours guiados por Arribes del Duero. Empezaremos, como no, por aquellos miradores que nos parecen imprescindibles. Concretamente hemos escogido cinco de ellos (tres del lado español y dos del portugués) más algún otro que podemos aprovechar para visitar también por estar muy próximo a ellos.
Mirador del Fraile
En la parte sur de Arribes del Duero, dentro de la provincia de Salamanca (en concreto en la localidad de Aldeadávila de la Ribera) tenemos el mirador del Fraile, seguramente el más conocido y popular de todo el parque, lo cual no es casualidad. Desde él vemos un panorama que resulta espectacular, donde la roca es la gran protagonista. Laderas casi verticales y unos 400 metros de caída. En definitiva, unas vista de vértigo, en sentido literal.
Para llegar a este mirador es preciso tomar un desvío a la izquierda que encontramos justo antes de llegar a Aldeadávila, si venimos de la Zarza de Pumareda, o a la salida a la derecha si hemos dejado atrás Masueco. Este mismo desvío (aunque tomando un poco más adelante una carretera que sale a la izquierda) permite llegar no solo al mirador sino también al poblado de La Verde y a la central eléctrica de la presa de Aldeadávila, pues el mirador está muy cerca de ellos.
Junto a la propia carretera, que en su parte final tiene numerosos baches con los que conviene tener cuidado, está el mirador, que es también uno de los más accesibles del parque (ese es otro de los motivos de su popularidad). Además del espectacular paisaje, no será raro ver a los buitres leonados y otras rapaces sobrevolando estos cañones rocosos.
Uno de los puntos fuertes de este mirador reside en el hecho de que muy cerca de él tenemos otros dos miradores espectaculares: el del Picón de Felipe y el de la Presa; así que, llegados hasta aquí, cuesta poco visitarlos. Las vistas son semejantes, es verdad, pero no idénticas.
Sobre todo nos encanta el mirador del Picón de Felipe, para llegar al cual hay que caminar como un km. El camino, que pasa en su inicio junto a un merendero con aparcamiento, lo tomamos a la derecha de la estrecha carretera que conduce al mirador del Fraile, unos 500 metros antes de llegar a él. En verdad este mirador es uno de los mejores del parque, aunque tal vez está eclipsado por la proximidad al del Fraile.
El citado camino, en algún tramo empedrado, aporta un encanto especial a un paraje ya de por sí hermoso. Para acceder al mirador debemos abrir y volver a cerrar unas porteras que encontramos a nuestro paso. Finalmente alcanzamos una rocas en cuya parte superior está el mirador, en el cual encontramos el correspondiente panel informativo.
La leyenda que da nombre a este mirador nos habla de un pastor de Aldeadávila llamado Felipe, quien solía acudir con sus cabras a este paraje. El joven estaba enamorado de una muchacha del pueblo portugués de Bruçó, a la que no podía ver debido al tremendo corte que provoca el río Duero entre los territorios español y portugués. Fruto de su desesperación, Felipe tomó la determinación de picar la roca con sus propias manos, tratando de que el derrumbe provocado le permitiese cruzar el Duero.
Muy cerca de ellos hay otro interesante mirador, el de la presa de Aldeadávila (también llamado mirador de Iberdrola), que nos permite ver de cerca esta impresionante obra de ingeniería, muy popular por la espectacular altura de la presa, porque aparece en la película Doctor Zhivago y también porque es la central hidroeléctrica que más energía produce de toda España.
Aún hay otro interesante mirador en Aldeadávila: el de Rupitín, al que se llega en coche desde el pueblo, aunque también existe la posibilidad de enlazarlo a pie con el del Picón de Felipe (y por tanto a los del Fraile y de la Presa), por un largo camino que se asoma al Duero discurriendo por un terreno bastante montaraz.
Mirador de la Code
A un kilómetro del pueblo de Mieza, también en Salamanca, se encuentra el mirador de la Code, para muchos el que posee las mejores vistas. Nosotros tenemos que reconocer que es nuestro preferido. Y sobre todo es de destacar la proximidad al anterior (Aldeadávila y Mieza están a solo 14 km) y lo diferentes que uno y otro son. Aquí la roca ya no se muestra desnuda, sino cubierta por la vegetación, pues lo que vemos es la parte más frondosa del cañón del Duero. A nuestra izquierda, en la ladera española, tenemos el bosque de almez (Celtis australis) más grande de Europa. Se trata de una especie propia del sur y el este de la Península, propia de climas cálidos y por ello refugiada en las Arribes.
Junto al mirador se encuentra, en el interior de una diminuta gruta, una imagen de la virgen del mismo nombre. En definitiva, la Code nos proporciona unas impresionantes vistas de un largo tramos del Duero y sus laderas, de hecho ya fue alabado por Miguel de Unamuno a finales del siglo XIX.
Al mirador se puede llegar en coche, existiendo un aparcamiento poco antes de llegar a él, aunque es recomendable hacer el paseo a pie, que además nos permite visitar de camino otro mirador situado poco antes de llegar a él: el mirador del Colagón del Tío Paco, que está preparado para recibir a personas con movilidad reducida, a diferencia de lo que sucede con el mirador de la Code, en el que hay que bajar por una corta pero empinada cuesta.
Lejos de ellos, pero también en término de Mieza, se halla un tercer mirador, el de la Peña del Águila, que cuenta con buenas vistas sobre el Duero, aunque un poco menos amplias que el de la Code, especialmente aguas abajo.
Mirador del Picón del Moro
Otro de los mejores miradores es el del Picón del Moro, ubicado en Saucelle. Se llega a él por la carretera que desciende hacia la presa de Saucelle, que nos permite cruzar a Portugal. Junto a la carretera, a mano derecha y entre alcornoques, tenemos el merendero del Llano, donde comienza el camino que da acceso al mirador. Éste cuenta con una plataforma recién instalada (en 2019) que, a modo de balcón, se asoma sobre el cerro granítico en el que está colocado. Igualmente se ha habilitado un acceso que permite llegar a él sin la peligrosidad que supone caminar entre rocas, especialmente cuando el suelo está húmedo.
Las vistas son nuevamente muy diferentes a las de los otros dos miradores reseñados. Aquí el cauce es más ancho y las laderas son más tendidas, tanto que en algunos casos pueden verse distintos cultivos sobre ellas, especialmente del lado portugués.
Frente a él tenemos la presa de Saucelle y el Penedo Durão, prominente cerro portugués sobre el que hay otro mirador del que enseguida hablaremos. La infraestructura del mirador, como ya hemos comentado, es bastante buena, y la distancia desde la carretera es muy pequeña. En definitiva, es otro de los imprescindibles.
Muy cerca del mirador, continuando por la misma carretera que nos ha llevado hasta él, que desciende ahora hacia la presa de Saucelle, tenemos el mirador del Salto de Saucelle. Es muy fácil de localizar porque se encuentra junto a la carretera. Recibe este nombre porque lo que se ve en primer término es precisamente la presa de Saucelle y su poblado (convertido hoy en un complejo turístico), muy cerca del cual se encuentra la desembocadura del río Huebra, uno de los principales afluentes del Duero en esta parte de las Arribes.
Nos ofrece buenas vistas aguas abajo, pese a que se encuentra a menos altura que el Picón del Moro. También goza de una mayor proximidad al río, lo cual se nota bastante y además ello se ve reforzado porque cuenta con un telescopio para que podamos disfrutar del paisaje desgranando cada detalle.
Si continuamos por la carretera cruzaremos el Duero y la frontera, que aquí son la misma cosa, así que no muy lejos tendremos el mirador del que ahora hablaremos: Penedo Durão, otro que no te puedes perder.
Mirador de Penedo Durão
En la cima de un inmenso roquedo se localiza otro de los más espectaculares y populares miradores de Arribes del Duero, el de Penedo Durão, justo en frente de los miradores del Picón del Moro y del Salto de Saucelle. Desde él contemplamos una completa panorámica del Duero, que incluye la presa y poblado de Saucelle y justo al lado la desembocadura en el Duero del río Huebra. La altura de este cerro asegura una vistas de inmensa profundidad.
Es el mirador tal vez más amplio y espacioso, y con seguridad el más completo en cuento a su infraestructura. Ideal para merendar en familia. Tiene un merendero, con bancos y papeleras, un bello enlosado de piedra y un espacio ajardinado que nos regala la sombra de sus árboles, que siempre se ven muy cuidados. Tampoco faltan, como no, los paneles informativos que nos explican lo que vemos. Dentro del propio mirador vemos una imagen de Nuestra Señora del Duero.
Por todo ello merece ser visitado. Y de hecho es el mirador más popular del parque natural en su vertiente portuguesa.
Mirador de la Fraga do Puio
A una distancia considerable de los cuatro miradores anteriores, ya en la parte norte del parque (cerca de Miranda do Douro), se encuentra otro de los que nos parecen imprescindibles: el mirador de la Fraga do Puio, que ofrece unas maravillosas vistas de la marcadísima curva o meandro que hace el Duero frente a él, tanto que parecemos estar ante la desembocadura de un río en otro. Dispone de una buena infraestructura, recientemente remodelada tras ser destruido el anterior equipamiento por un incendio.
Otra de las ventajas que tiene es su accesibilidad, puesto que se encuentra en el casco urbano de Picote. Además cuenta el mirador nada más y nada menos que con un grabado rupestre: el arquero de Picote, que lo hace doblemente atractivo. El pueblo, con una bien conservada arquitectura, también merece un paseo. En él podemos visitar al Ecomuseu da Terra de Miranda (Terra Mater). Solo los tendidos eléctricos, tan abundantes en esta zona por la proximidad a la central de Picote, afean levemente el paisaje.
Por proximidad a Picote, también recomendamos la contemplación de los cañones del Duero desde Miranda do Douro, pequeña ciudad cuya visita es casi una obligación, aunque no cuenta con ningún mirador indicado o habilitado. Sin embargo, las vistas desde la calle que da al río son muy aprovechables.
Otros miradores
Obviamente la cosa no se acaba aquí. El parque natural de Arribes del Duero / Douro Internacional cuenta con más de una treintena de miradores, cada uno de los cuales tiene un encanto especial y ofrece una panorámica distinta al resto. De hecho, cada año se habilitan nuevos miradores. Ofrecemos a continuación una completa relación de los que nos parecen más interesantes, más allá de los que ya hemos visto, y que si se tiene tiempo también recomendamos visitar.
En la parte norte de este espacio natural, allí donde el Duero todavía no es fronterizo, se encuentra el Puente de Requejo o Puente Pino que tiene también su propio mirador. Esta construcción, que data de principios del siglo XX, permitió comunicar las comarcas zamoranas de Sayago y Aliste, pues allí mismo existía una barca, que con anterioridad a la existencia del puente era la que ponía en contacto estos dos territorios. El puente es espectacular y al mismo tiempo se integra muy bien en el paisaje, habiéndose convertido en uno de los “iconos” de Arribes del Duero.
En Pino del Oro hay otro mirador, llamado el Puyal de las Puyalas, dotado con un simpático y rústico tronco a modo de banco, desde el que podemos ver igualmente el puente. También desde el pueblo que hay al otro lado del río, Villadepera, podemos contemplar las Arribes, pues cuenta con su propio mirador: el Banco el Hullón, igualmente rústico y sencillo.
Vamos «bajando» hacia el sur y llegamos al mirador de Paradela (Portugal) o de la Penha das Torres, desde el que puede verse no solo el Duero y su cañón, justo en el punto en que comienza a servir de frontera entre España y Portugal, sino también el Salto de Castro y su espectacular poblado, hoy abandonado. Para nosotros éste es uno de los mejores miradores del parque natural. Se puede acceder en coche, pues la pista que llega hasta él es transitable por cualquier vehículo, que debemos estacionar donde llegamos a un merendero. En cualquier caso, el mirador no está lejos de Paradela (como a unos 2 km del pueblo), por lo que igualmente es posible acercarse a él dando un paseo.
Muy cerca de Paradela, en la localidad de Aldeia Nova, se encuentra otro interesante mirador, el de São João das Arribas, situado junto a la ermita del mismo nombre, donde anteriormente existió un castro celta. Se puede llegar en coche desde el pueblo y cuenta con un merendero.
Un poco más al sur tenemos la localidad de Fariza (Zamora), que nos ofrece dos miradores muy interesantes y próximos entre sí, el de Nuestra Señora del Castillo, situado muy cerca de la ermita del mismo nombre, donde también existió un antiguo castro vetón. Es un espacioso mirador que cuenta con un recorrido por distintos paneles, que además ofrecen la información también en braille. Se trata de un espacio accesibles en silla de ruedas, gracias a una pasarela.
El camino que da acceso a estos miradores desde la localidad nos hace transitar por un bello paraje, en el que se ubica un bosque singular, se trata de una amplia masa forestal de enebros (Juniperus oxicedrus), denominados localmente jimbros o jumbrios.
Un poco más allá de la ermita, por un bello sendero entre muros de piedra, tenemos el segundo mirador, el de las Barrancas, muy rústico e integrado en el entorno, ya que se ha construido sobre la roca natural. Eso sí, no es de los más accesibles, por lo que cobra especial sentido la existencia del anterior unos metros antes.
Las vistas nos muestran, una vez más, el discurrir del Duero entre inmensos bloques graníticos y también los inmensos enebrales que cubren gran parte del término de Cozcurrita, que en realidad es la población más próxima al mirador.
En el casco urbano de Fermoselle, villa que también merece una visita, hay dos buenos miradores: el del Torrejón y el del Castillo, éste último así llamado porque allí se ubicaba el antiguo castillo de la localidad, del que apenas unos pocos restos se conservan. Fermoselle, enclavado entre los ríos Tormes y Duero, es uno de los pocos pueblos desde cuyo núcleo urbano podemos ver el Duero.
Fuera del pueblo hay otro mirador que también merece la pena visitar, el de las Escaleras (es el que aparece en la imagen), aunque el acceso en gran parte del recorrido debe hacerse al pie.
Muy cerca de Fermoselle, en la localidad de Pinilla de Fermoselle, junto a su núcleo urbano, encontramos el mirador de la Peña del Cura, equipado con buenos paneles informativos (especialmente uno de ellos que nos explica todo lo que se ve desde el mirador), accesible para personas con problemas de movilidad y con información en braille.
Pese a la calidad de su infraestructura, Pinilla tiene otro lugar cuyas vistas superan a las de este mirador. Recomendamos separarnos del pueblo un par de kilómetros, siguiendo el sendero GR-14, donde realmente obtenemos las mejor panorámica del Duero de toda esta zona, pues frente a nosotros contemplaremos en toda su extensión el espectacular meandro que desde la Peña del Cura solo veíamos parcialmente, aunque tristemente no se trata de un mirador preparado ni señalizado, sino un lugar de observación al natural.
Pero no solo hay miradores en el Duero, también en otros ríos del parque natural, como son el Águeda, el Tormes o el Huebra. Es el caso del mirador del Teso de San Cristóbal, en Villarino de los Aires (Salamanca). Para llegar a él hemos de salir del pueblo en dirección a Trabanca y de la misma salida, a mano izquierda, parte la pista asfaltada (está señalizado en la propia carretera, pero solamente en el sentido de entrada a Villarino) que nos lleva hasta él.
Desde esta atalaya no solo se ve el cañón del Tormes, y la aliseda que se ha formado en sus orillas (este es uno de los pocos tramos en los que el agua de todos estos ríos no está embalsada, correspondiendo con su cauce natural), sino que también avistamos las localidades de Fermoselle (Zamora) y Bemposta (Portugal). También nos sorprende en el mismo mirador la presencia de enormes rocas redondeadas y colocadas caprichosamente una sencima de otras.
Toda la zona inmediatamente anterior al mirador es un espacio muy amplio, en el que hay un merendero (¡tenemos hasta un burladero!) y por supuesto la ermita de San Cristóbal. Se trata de un espacio muy importante para el pueblo y en el que todos los años (el lunes de Pascua) se celebra una popular romería.
Se ha especulado con la posibilidad de que el enclave en el que está situado el mirador fuera hace mucho tiempo un santuario rupestre, cosa que no parece del todo clara.
Un mirador en cierto modo semejante al anterior, por encontrarse también junto a una ermita, es el de Nuestra Señora del Castillo (Pereña de la Ribera), en este caso con vistas al Duero. Pereña es una localidad conocida, sobre todo, por la presencia del Pozo de los Humos. Una vez más, el emplazamiento donde se encuentra el mirador ya albergó un castro celta hace miles de años.
Ya en Portugal hay que reseñar dos miradores muy próximos, el del Carrascalinho y el de la Cruzinha, situados ambos cerca de la localidad de Lagoaça, aunque el primero pertenece a otra población denominada Fornos. El primero de ellos cuenta con muy poca infraestructura: solo una gran roca que se asoma al cañón del Duero y en la que debemos tener cuidado, especialmente si está mojada por la lluvia. Las carencias de acondicionamiento del espacio se suplen con las vistas, impresionantes. La orilla española está cubierta por infinidad de almeces, pues no olvidemos que en frente tenemos la localidad de Mieza.
El acceso se realiza a través de un camino de tierra, de unos 2 km largos, que parte de la nacional 221 en las inmediaciones de Lagoaça y que nos permite llegar hasta el mirador en coche.
Por su parte, el mirador de la Cruzinha, se encuentra mucho más próximo al casco urbano de Lagoaça. Nos ofrece una panorámica del Duero en la que el río describe una «V» y que incluye también el Poblado de la Verde, situado muy cerca del embalse de Aldeadávila. Tranquilo y accesible, este mirador dispone de una merendero, donde encontramos sombra y una fuente.
El mirador debe su nombre a una antigua cruz de piedra que podemos ver en él. Tanto uno como otro, pese a que sus vistas son muy diferentes, se encuentran casi en frente del mirador de la Code.
Un poco más al sur, también en la vertiente portuguesa del parque, encontramos el mirador do Colado. Tomando la carretera que parte de la nacional N-221 y nos lleva hasta Mazouco, una de las localidades más próximas al Duero y que cuenta con el atractivo de unos interesantes grabados rupestres, nos topamos con este mirador.
Resulta llamativo cómo la pendiente de la ladera portuguesa se reduce considerablemente, dejando por un breve espacio de terreno, de ofrecer la característica imagen del Duero encajado entre bloques de piedra, que sí persiste al otro lado del río.
Seguimos. Junto a la pista asfaltada que desciende desde la localidad de Vilvestre (Salamanca) hasta el embarcadero de la Barca, de donde salen los cruceros por el Duero (con salida también desde Freixo de Espada à Cinta), encontramos el mirador del Reventón de la Barca.
Totalmente accesible y junto a esta empinada carretera tenemos el mirador. El paisaje que nos regala es el típico de esta zona del Duero (el embalse de Saucelle), una amplia superficie inundada y laderas con menos pendiente que más al norte.
En la parte más meridional del parque, concretamente en la localidad de la Fregeneda, encontramos el mirador de Mafeito. De nuevo, el paisaje que nos ofrece no es ya el de un río encajonado entre bloques de roca sino que se parece más al Douro portugués Patrimonio de la Humanidad que comienza poco más abajo.
El acceso al mirador es muy sencillo. De la carretera que desciende desde la Fregeneda a la frontera (en concreto a la localidad de Barca de Alba y al muelle fluvial de Vegaterrón) arranca el camino que nos lleva hasta él, perfectamente indicado y que incluso continúa en dirección al río, dejando atrás el propio mirador. Éste posee una plataforma que nos hace sobresalir respecto al terreno y admirar mejor lo que tenemos a la vista, que no es otra cosa que la suavemente inclinada ladera portuguesa ocupada en gran parte por viñedos.
Pero éstos no son todos, sino solo los que hemos considerado más relevantes. Hay otros miradores en las Arribes, como el de Peña Redonda (en Villardiegua de la Ribera, Zamora, ubicado junto a las ruinas de la ermita de Sanamede y con vistas a Vale de Águia, localidad en la que terminan los cruceros por el Duero con salida en Miranda do Douro), el de Picões (Peredo de Bemposta, Portugal), el del Alto da Sapinha (situado junto a la carretera de Barca de Alba a Castelo Rodrigo, cuenta con un merendero y nos muestra la desembocadura del Águeda en el Duero y la localidad de Barca de Alba), los del Contrabando y de la Peña de la Vela (Hinojosa de Duero, Salamanca), éste segundo situado en frente del Penedo Durão, el del Monte Gudín (Vilvestre. Salamanca), el asomadero de los Regatos (en Mámoles, Zamora) o los tres que existen en las proximidades del casco urbano de Villarino de los Aires (Salamanca).
Otros miradores del parque natural nos ofrecen perspectivas de ríos también encañonados, pero distintos al Duero, como es el caso del mirador del Molinillo (Sobradillo), sobre el río Águeda, o los miradores del Fraile y la Monja (Saldeana) y de Las Janas (Saucelle), ambos sobre el cañón del río Huebra, todos ellos situados en la provincia de Salamanca. A ellos podemos añadir el mirador de la presa de Almendra, que además del cañón del Tormes, nos muestra esta colosal construcción.
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